El loco del barrio

15/05/20

Lautaro Acuña
3 min readOct 28, 2020
Photo by Randy Jacob on Unsplash

Cuando uno es pibe, en casi todos los barrios se pueden distinguir los mismos personajes. Está el viejo que le pincha la pelota a la muchachada cuando se les cae en su patio, la abuela que le sirve la merienda al nieto y a todos sus amigos, el kiosquero que se habla con todo el mundo… Pero de quien les quiero hablar es de ese tipo que nadie conoce, y que la exagerada perspectiva juvenil le suele teñir de un aire sobrenatural.

Ese es el hombre misterioso, barbudo, errante… El que no te mira a los ojos, si no que directamente te espía el alma, el que te tira una frase enigmática y se va como si nada hubiese ocurrido, dejándote meditabundo el resto del día. Esto es lo que me sucedió junto a unos compañeros del colegio hace unos años.

Ocurrió una tarde. Era una calle tranquila, estábamos en una vereda y sentados en ronda, conversando hasta que sin darnos cuenta empezó a anochecer. Desde la distancia, mientras los demás seguían charlando, pude ver la figura de un hombre caminando por la calle mientras llevaba algo similar a un carrito de supermercado. Cuando el discreto sonido de las ruedas del carrito se hizo más evidente, todos tornaron la vista. Era un hombre mayor, pero sin llegar a viejo. Tenía algunas canas tímidas saliendo de su pelo corto y de su barba. Además se veía algo sucio y con ropa desgastada.

Por desgracia la memoria me falla al intentar recordar con nitidez cuál fue el motivo por el que este señor detuvo su paso frente a nosotros. Si escuchó de pasada algo que dijimos y le llamó la atención, si es que alguno lo quedo mirando, o simplemente le pintó quedarse parado enfrente nuestro. Pero lo que sí recuerdo es que le habló a mi amigo, que estaba al lado, como si lo conociera desde hace tiempo.

Mi amigo se comió un diálogo enredado y confuso, pero que sin duda era honesto, con la solemnidad y sabiduría de un filósofo que le da cátedra a un alumno. Le habló acerca de términos tan plurívocos como lo son la vida, la felicidad, o el amor. Yo, por supuesto ¿Cómo carajo iba a responder al discurso de un hombre que parecía estar parado entre la erudición y la locura? Así que simplemente decidí quedarme callado mientras veía la cara de mi amigo que escuchaba atento, aunque era evidente que él no entendía absolutamente nada.

Esa conversación (que rozaba a ser un monólogo) simplemente podría haber pasado de largo. Terminar como un extraño y sorpresivo servicio de autoayuda a encargo. Pero no. Este extraño señor de repente hizo un breve silencio, su semblante se volvió más sombrío, y ahí fue cuando le clavó la mirada a mi amigo, como si le espiase el alma. La vida, la felicidad, el amor que nombraba hace poco mutaron en muerte, tristeza y resentimiento. Tuvieron que pasar varios minutos que parecieron eternos para que por fin percibiera la notoria expresión facial del pibe, la cual pedía a gritos que pare y se vaya. Y así lo hizo, no sin antes concluir diciéndole:

- Te voy a visitar en tu tumba.

Sonriendo, se alejó con su carrito como si nada hubiese ocurrido, con el mismo ritmo tranquilo e incesante con el que había llegado. Mi amigo, por supuesto, no volvió a emitir una sola palabra el resto de día.

Pasados los años, ahora recuerdo este acontecimiento con profunda reflexión ¿Quién era este hombre? ¿Cómo habrá terminado así? ¿Necesitaba ayuda? Y de ser así ¿Acaso alguien estaba cuidando de él? Porque no fue el único “hombre extraño” y abandonado que vi en mi temprana juventud, ese tipo al que simplemente lo tildaba de loco para ignorarlo y seguir con mi vida cotidiana. Al final de todo determiné, después una larga meditación, que muchos de estos hombres no son tan peligrosos como la misma sociedad que los ignoró y los obligó a vivir de esa forma: misteriosos, barbudos y errantes.

Sign up to discover human stories that deepen your understanding of the world.

Free

Distraction-free reading. No ads.

Organize your knowledge with lists and highlights.

Tell your story. Find your audience.

Membership

Read member-only stories

Support writers you read most

Earn money for your writing

Listen to audio narrations

Read offline with the Medium app

Lautaro Acuña
Lautaro Acuña

Written by Lautaro Acuña

Estudiante de Comunicación Social. Bostero. Patagonico.

No responses yet

Write a response